No hay peor señal que pueda dar un gobierno que mostrarse paralizado ante la adversidad. En la tranquilidad de El Calafate, el fin de semana último, la presidenta Cristina Kirchner pareció entenderlo. Esa convicción la llevó a anticipar la decisión que desde hacía semanas venía evaluando y tratando de digerir el matrimonio gobernante: cancelar con reservas, y en un solo pago al contado, la totalidad de la deuda con el Club de París.
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Fuente: La Nación
domingo, 7 de septiembre de 2008
La paradoja de un país sospechoso hasta cuando paga - Por Fernando Laborda
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